Finalizábamos el artículo anterior sobre el calentamiento global, con cierta preocupación y muchas incertidumbres; porque constatamos que las anomalías sobre clima son peliagudas. ¿Es posible un cambio climático abrupto, a escala global y duradero? Un par de grados en una gráfica parecen inofensivos; sin embargo una tendencia mundial, a 100 años vista, no lo es. El calentamiento global conlleva un abanico extenso de temperaturas distribuidas de forma dispar por todo el planeta. Provocará cambios profundos y duraderos en amplias zonas geográficas y fenómenos extremos en cortos espacios de tiempo.
En este artículo, analizaremos lo que sabemos de los cambios climáticos del pasado y las posibles amenazas, cara al futuro.
Cambios climáticos del pasado remoto: datos anteriores a 1850
Con una metodología deductiva, la Paleoclimatología nos proporciona datos climáticos del pasado. Deduce los paleoclimas a partir del análisis de fenómenos geológicos: sedimentos, fósiles, marcas de glaciares, burbujas de los hielos, anillos de los árboles, de los corales, etc. Estos registros muestran que, desde la formación de la Tierra, ha cambiado la temperatura, la composición de la atmósfera, los continentes, los océanos, la fauna, la vegetación, los hielos y las corrientes oceánicas. En cuanto a cambios climáticos a gran escala, se han intercalado ciclos glaciales e interglaciales. A veces, estos cambios climáticos han sido lentos y graduales, otras, han sido abruptos. Los datos indican interrelaciones de la temperatura con la composición de la atmósfera y con la criosfera, especialmente, con las concentraciones de gases de efecto invernadero -CO2, metano, vapor de agua, ozono, CFD,…- y con el deshielo del Artico, Groenlandia y la Antártida. Los estudios indican que los mayores daños, asociados con un cambio climático provocado por un incremento de la temperatura, implican algún cambio abrupto del ciclo hidrológico. Por ejemplo, una interrupción de la circulación termohalina.
El siguiente gráfico muestra la temperatura y el CO2 de los últimos 400.000 años. Los registros se obtuvieron de muestras de hielo del lago Vostock de la Antártida.
El siguiente gráfico muestra la temperatura media de la Tierra y la cantidad de CO2, desde el Paleoceno, hace unos 65 millones de años. Aunque las temperaturas actuales son las más altas de los últimos 1.400 años; fueron mayores en otros periodos. Por ejemplo, durante el máximo térmico del Paleoceno-Eoceno, hace unos 56 millones de años. La escala de la dcha. muestra las variaciones δ18O de los isótopos de oxigeno de microfósiles. Concretamente, conchas de foraminíferas de los sedimentos de los fondos marinos de la Antártida. La escala de la izda. muestra el cálculo de la temperatura del fondo oceánico correspondiente.
El futuro: ¿un posible cambio climático sin retorno?
Poco sabemos del futuro, salvo que lo construimos a cada instante y depende de lo que viene ocurriendo, de lo que vamos haciendo y de no sé qué. Sin embargo, eso precisamente hacen los modelos climáticos computacionales. Construyen futuros posibles mediante sistemas climáticos simulados por ordenador que incluyen modelos matemáticos, datos e interrelaciones. Estos sistemas se someten a forzamiento radiactivo o, dicho en roman paladino, se calientan y se enfrían, para ver qué pasa. Los modelos han detectado unos elementos sobre el clima global, especialmente vulnerables, por sus valores críticos de no retorno o, en inglés, tipping points :
- la selva amazónica,
- los bosques boreales,
- el permafrost de la tundra,
- el hielo de Groenlandia, el Ártico y la Antártida,
- los monzones de la Índia y del oeste africano,
- las corrientes del Niño en el Pacífico y del Golfo en el Atlántico y
- la circulación termohalina del fondo oceánico.
Los valores de no retorno suponen la destrucción de los bosques, la liberación de metano del subsuelo, la fusión de los hielos, la disminución de la pluviosidad de los monzones y la menor salinidad de los océanos. Los efectos afectan principalmente al ciclo hidrológico y al del carbono e incluyen fenómenos meteorológicos extremos, incendios, desertización, inundaciones por elevación de las aguas de los océanos y hasta una glaciación de grandes proporciones por la interrupción de la circulación termohalina.
Prevención de riesgos climáticos locales y globales
Los tipping points nos señalan los elementos más vulnerables del cambio climático. Nos muestran la magnitud de las posibles amenazas. Nos advierten de la necesidad de tomar decisiones políticas a tiempo que eviten o mitiguen los mayores daños. Nos apremian a gestionar el riesgo de ocurrencia de posibles catástrofes, a asignar fondos, a diseñar estrategias de vigilancia y a elaborar planes de contingencia. A corto plazo y en parte, ya se está haciendo; por ejemplo, con los sistemas de alerta temprana frente a huracanes que combinan actuaciones globales y locales:
- vigilancia global: detección de datos y seguimiento temprano de pequeñas tormentas tropicales,
- pronósticos de la evolución de huracanes,
- planes de prevención nacionales y locales, como normativas de edificación, guías de actuación y simulacros y
- planes de contingencia locales, como sistemas de alerta, evacuación y auxilio a la población.
La prevención de riesgos y el diseño de políticas concretas sobre el clima global necesita actuaciones globales, nacionales y locales. Requiere fondos y la acción conjunta de la comunidad científica, los gobiernos y la sociedad civil. En este sentido, es encomiable la labor de la ONU, a través del IPCC para facilitar la toma de decisiones de los gobiernos a partir de informes científicos objetivos. El IPCC publica informes de evaluación periódicos sobre el cambio climático, o en inglés, Assessment Reports. El último, el AR5 (Fifth Assessment Report), ya ha publicado los volúmenes correspondientes a los 3 grupos de trabajo y publicará el cuarto, la síntesis, en noviembre del 2014.
Primeras conclusiones
Ya podemos entender por qué hay que evitar que la temperatura global se incremente unos grados a finales de siglo. Porque nos ayudaría a evitar o retrasar los daños que provocaría, por ejemplo, la fusión del hielo de Groenlandia y del permafrost de la tundra y del fondo marino. Vigilar el calentamiento global, la salinidad de los océanos, o la tala de bosques, simplemente, nos ayuda a prevenir la ocurrencia del mayor problema: un cambio climático abrupto a gran escala y fuera de control.
La atmósfera se calienta. La supervivencia de muchos seres vivos, los hábitats de muchas poblaciones humanas y nuestra forma de vida corren peligro. La dificultad del problema y el grado de incertidumbre no es baladí; pero tampoco la cantidad de instituciones científicas, políticas y sociales trabajando intensamente; para dar la mejor respuesta posible a un reto global de estas proporciones.
Para evitar o mitigar las mayores amenazas, lo fundamental es proponer las mejores soluciones. Soluciones de base científica, eficaces, globales, equitativas y de consenso que, sobre todo, faciliten la toma de decisiones políticas acertadas y acuerdos coordinados que incluyan acciones en todos los niveles: internacionales, nacionales, regionales, locales, vecinales e individuales.
Estas decisiones se deben justificar con evidencias científicas del problema, sus causas y las posibles soluciones. Los informes científicos del IPCC proporcionan esas evidencias, señalando los riesgos del calentamiento global y la necesidad de reducir las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero, directamente imputables a la acción humana.
En resumen, si queremos evitar o mitigar catástrofes climáticas futuras deberemos reducir los gases efecto invernadero y determinar: QUÉ, CUÁNTO y CUÁNDO cambiar en nuestra civilización, en nuestras leyes y en nuestros hábitos, usos y costumbres. Finalmente, amigos, no nos olvidemos de que tras la reflexión, viene lo más importante: ACTUAR, en consecuencia.
En el próximo artículo analizaremos cómo se calienta la Tierra con el sol y los gases de efecto invernadero
La foto de la gaviota del Ártico, recortada del original, para ajustarse a la cabecera, está bajo una Licencia Creative Commons Atribución 2.0 Genérica Ver original en la galería de Brian Gratwicke en flickr
La foto de la vista satélite del frente frío de la NASA/NOAA está bajo una Licencia Creative Commons Atribución 2.0 Genérica. Ver original en la galería de la NASA Goddart Space Fligh Center en flickr
El gráfico temperatura a partir de δ18O del fondo marino están bajo una Licencia Creative Commons Atribución 3.0 Unported. Ver original en Wikipedia Commons
El gráfico de CO2 del lago Vodstock está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 3.0 Unported. Ver original en la galería de Wikipedia Commons
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